La disfagia es una patología que dificulta la deglución de los alimentos e inclusive de ingerir sustancias líquidas debido a un daño o alteración de orden neurológico que afecta de forma directa la cavidad oral, incluyendo la región faríngea, la laringe y el esófago.
Esto viene acompañado de una serie de sintomatologías como dolor al tragar los alimentos, problemas respiratorios y lo más grave aún, presencia de desnutrición.
Tampoco se pueden dejar de lado los trastornos emocionales que sufre el paciente, que lo llevan al aislamiento y problemas de sociabilización.
Causas
La disfagia puede deberse a diversas causas, una de ellas, es la llamada acalasia, la cual provoca que el esfínter no logre relajarse y no deja que los alimentos lleguen al estómago y que, en su lugar, suban de nuevo a la garganta.
Otro de los motivos que desencadenan el problema, es cuando el esófago, por falta de coordinación, se contrae varias veces de manera involuntaria.
También la presencia de algún tipo de tumoración en esta región puede provocar la disfagia.
La disfagia puede ser un padecimiento que se observa con más frecuencia en personas mayores y esto es debido a una deglución de los alimentos demasiados grandes que no pueden pasar directamente al estómago y quedan atrapados en la región del esófago o la garganta.
Algunos síntomas asociados a esta patología pueden ser los siguientes:
Molestia o dolor al momento de ingerir los alimentos.
Una sensación de que los alimentos no bajan hacia la zona del esófago y quedan atapados en la garganta y en el pecho.
Presencia de voz ronca.
Se puede presentar lo que se conoce con el nombre de regurgitación, que es el retorno de los alimentos a la cavidad bucal.
Acidez estomacal.
Puede haber presencia de toz.
Pérdida de peso de forma repentina.
Muchas de las enfermedades que padecen las personas en la actualidad están asociadas a los hábitos de vida y la disfagia no escapa de esta realidad.
Por ello, una vez que se ha llegado al diagnóstico, se debe comenzar por cambiar la dieta, hacer ejercicios y evitar continuar con rutinas como fumar, consumir alcohol o cualquier tipo de sustancias tóxicas para el organismo que agraven el problema.