El herpes zóster aparece como una reactivación del virus varicela-zóster, es decir, es el mismo virus que provoca la varicela. El modo principal en que se manifiesta es en forma de ampollas en los nervios periféricos. En Argentina también se lo conoce como “culebrilla”.
Quienes son vulnerables a esta patología son quienes los que han padecido la varicela al tiempo que, al ser un virus, también puede contagiarse por vía área. Este año, ha habido una fuerte campaña con relación a este virus que puede prevenirse a través de la vacunación tanto de niños como de adultos si no se ha tenido la enfermedad.
Esto es porque, después del Covid y a causa de una población más envejecida, son más personas quienes lo contraen sin saber bien de qué se trata. Aunque no es riesgoso, es una enfermedad que produce dolores y molestias importantes en quienes lo padecen.
Como se dijo, la principal causa es el haber tenido varicela debido a que el virus se queda latente en el cuerpo y puede reactivarse años después en los nervios periféricos ocasionando la aparición del llamado herpes zóster.
Aunque no se sabe bien por qué sucede la reactivación, el estado inmunológico tiene bastante relación debido a que suele darse en personas con el sistema inmune débil. Además, puede aparecer a cualquier edad, hay que tener en cuenta que predomina en personas de más de 60 años así como en personas que padecieron varicela antes de cumplir el año.
Síntomas
El principal síntoma del virus varicela zóster es el ardor u hormigueo intenso. A esto se suma las ampollas en la piel que son características de esta enfermedad, las que se suelen romper y formar costras con alta dificultad para cicatrizar. Estos signos pueden aparecer en la zona de cara, boca, orejas y ojos pero es la espalda, el tórax y el abdomen los espacios más frecuentes.
Otros síntomas comunes son: fiebre elevada y escalofríos, úlceras en la región de los genitales, dolor de abdomen unos días antes de que broten las ampollas, malestar general, hinchazón de los ganglios linfáticos y dolor en las articulaciones de la cabeza.
Con respecto al tratamiento de esta enfermedad, por lo general solo se busca aliviar las molestias que suelen ser bastante importantes. Siempre es importante consultar al médico para que confirme el diagnóstico y que, llegado el caso, recomiende antiinflamatorios para reducir la fiebre o los dolores.
Además, se aconseja mantener una higiene correcta de los sarpullidos y las ampollas hasta que mejoren para evitar que se lleguen a infectar. Lo correcto es mantener reposo durante el tiempo que recomiende el médico y aplicar baños calmantes a las personas afectadas.
Fuente: Cuidate Plus