La ansiedad atraviesa cada vez más a la sociedad y aunque es una reacción saludable que se activa ante una amenaza o un peligro, no siempre aparece en los momentos adecuados. Por eso se convierte en un trastorno cuando esta respuesta se produce de manera persistente o en situaciones que habitualmente no resultan ni amenazantes ni peligrosas.
El principal problema es que interfieran en la vida cotidiana, casos que pueden presentarse en forma de los llamados ataques o crisis. En pocas palabras, puede definirse un ataque de ansiedad como una reacción intensa del cuerpo y la mente ante una situación percibida como peligrosa o abrumadora. La clave es que aunque puede haber una amenaza externa real, la respuesta es desmedida.
Aunque se trata de una enfermedad cada vez más difundida, hay personas que pueden estar más predispuestas a esta situación. Son aquellas con antecedentes de trastornos de ansiedad, depresión o traumas previos. También quienes se enfrentan a altos niveles de estrés o quienes abusen de sustancias y no tengan contención social o emocional.
Síntomas de un ataque de ansiedad
Una crisis de ansiedad genera una situación de pánico que se manifiesta a través de unos síntomas muy similares a los del infarto, hasta el punto de que con cierta frecuencia se confunde con él. Ocurre sin previo aviso y alcanza su máxima intensidad en pocos minutos. Los síntomas más característicos pueden clasificarse en físicos y mentales.
Con relación a los físicos se pueden mencionar:
- Palpitaciones aceleradas
- Dificultad para respirar o sensación de ahogo
- Sudoración excesiva
- Temblores
- Mareos y náuseas
- Opresión en el pecho
Los principales síntomas mentales son:
- Pensamientos de pánico
- Miedo intenso a sufrir un infarto o un desmayo
- Desrealización
- Sensación de desconexión del entorno
- Sensación de pérdida de control
Qué hacer
Tratar de recuperar la calma es el primer paso cuando se percibe sufrir un ataque de ansiedad. En este marco, lo ideal es realizar respiraciones profundas y lentas que ayudan a mitigar la respuesta física al estrés.
Por otro lado, es útil enfocar la mente en pensamientos positivos o en actividades que proporcionen distracción y relajación. Escuchar música, buscar compañía o realizar ejercicios de relajación muscular son algunas ideas.
Por último, se aconseja asegurarse de estar en un entorno seguro y hablar con alguien de confianza que ofrezca apoyo emocional.
Fuente: Cuidate Plus