Hace un tiempo, la provincia se conmovió -especialmente- con renombrados casos de problemas de salud de dos jóvenes y un intendente que, por distintas causas, ingresaron a la terapia intensiva del Hospital Central. Los partes médicos ocuparon espacios en los medios y la sociedad mendocina siguió con gran expectativa su recuperación. Mejoraron, volvieron a sus hogares y junto a sus familias empezaron una nueva vida, aprendiendo a sonreír nuevamente.
Y con la noticia tan alentadora de la recuperación, llegó el momento de agradecer. Gran parte de ese reconocimiento se lo lleva la fe y la gente que, con su energía, acompañó para sobrellevar ese momento. Es entendible, porque el riesgo de perder la vida nos hace más compasivos pero -y es la razón de esta nota- no fue la fe ni los rezos lo que lograron sacar adelante a las jóvenes y al funcionario. Hay un gran equipo de inmensos profesionales en la terapia intensiva del Central que salvaron esas vidas y que en este momento lo siguen haciendo con otras que nunca serán públicas.
“Estás hablando con nosotros, pero detrás hay un gran equipo, no solamente en la calidad sino en el número. Hay muchas personas”, aclara como un saludo inicial José Silvestre, coordinador del servicio de terapia intensiva. Y ese concepto del trabajo en equipo será reiterado por la jefa de enfermeras, Graciela Tello y Mariano Antonio, jefe de terapia, que se sumaron a la entrevista.
Y no es para menos porque esta es la manera de comprender porqué el Hospital Central de Mendoza es un lugar de referencia. Con recurso humano muy preparado y formando especialistas: “Es muy importante porque tenemos un gran número de residentes que luego se van a trabajar a otros hospitales de Mendoza” cuenta Silvestre.
Cómo funciona
“La terapia intensiva tiene en este momento cuatro unidades de ocho camas cada una. En este hospital la guardia recibe durante las 24 horas politraumatismos, heridos por accidentes viales y urgencias, tenemos un gran flujo de pacientes” afirma Silvestre.
“El que está acá lo hace por convicción porque te apasiona lo que hacés; ni un residente ni un médico está acá por casualidad” agrega.
La guardia está compuesta por un médico cada 8 camas; los residentes que se quedan de guardia y la enfermería con -al menos- dos enfermeros por cama; también hay kinesiólogos con un equipo de trabajo por cada unidad. No se detiene nunca el trabajo y la urgencia. El servicio de guardia es enorme con cada especialista que apoya al trabajo. “Obviamente lo que uno quiere es salvar la vida de alguien y hacer todo lo posible de que logres salir de acá. Y si llega a quedar para rehabilitación, tenemos un equipo de fisiatría que es algo que hace un par de años está agregado. Ese equipo hace que, desde el primer momento, se eviten deformidades y consecuencias a futuro” destacó Silvestre. “Para todo el equipo compuesto por enfermeros, médicos, residentes, kinesiólogos y todo el personal afectado en cada unidad nos hace muy bien recibir el agradecimiento de la gente, es muy importante”, destaca Silvestre.
“Decile a mi familia que la amo”
Que no queremos estar ahí sin dudas lo deseamos pero ¿cómo podemos hablar de un lugar sin conocerlo? Con la gente que hace que ese sitio funcione es un buen inicio y esa tarea se la encomendamos a Mariano Antonio, jefe de servicio de terapia, que nos cuenta como le decimos a la sociedad que en la terapia no se va a morir
“Nosotros tenemos que desterrar el concepto de TI es un precementerio mecanizado y concientizar a la población en general de que ese es el ámbito para una persona que está en riesgo de vida; se le hace el soporte el sostén mientras su sistema puede entregar, asumir la función, y poder salir de la manera mejor posible” reflexiona Antonio.
“Adentro están los pacientes pero afuera están los impacientes, desesperando, y uno tiene que salir a enfrentarlos. Y ahí se aprende la definición de la palabra empatía, para entender lo que se siente” destaca Antonio y agrega: “Y también estamos los que estamos del otro lado de la puerta. Cada paciente nos tiene a nosotros, a todo el equipo de enfermería, de kinesiología, a los médicos de planta y los médicos de guardia”.
“Durante la pandemia -recuerda Mariano Antonio- todos trabajaron a brazo partido; muchas veces fuimos la única cara visible para cada paciente. Nosotros recibíamos el mensaje “Decile a mi familia que la amo”. Esos momentos que vivimos acá no hay manera de describirlos. Y también tenemos enormes alegrías como cuando vemos a una persona que ha estado conectado en un respirador y vuelve a visitarnos; ese abrazo nos hace tocar el cielo con las manos” destaca Antonio.
“Todos hemos venido por vocación no por equivocación, por más que a veces desde este lugar nos preguntamos si elegimos bien, porque la remuneración no es la mejor, trabajamos de puertas adentro y no somos visible ante la sociedad” explicó el jefe de servicio.
Humanizar la terapia
“Hoy tenemos una tendencia que nos va a llevar bastante trabajo pero vamos camino a una terapia más humanizada. Por ahora estamos ampliando el horario de visitas con los pacientes que más necesitan estar con sus familiares; estamos autorizando entre 12 horas y 24 horas bien supervisado y con todo el personal atento” indica Silvestre.
“Pero humanizar la terapia no solo es extender el horario un proceso que lleva su tiempo, acá en el Central empezamos hace un tiempo”, comenta Silvestre, que resalta el compromiso de mucha gente trabajando para ese cambio. “Entender, comprender al paciente, su entorno y su familia es parte de la terapia humanizada, y en el hospital se realizan actividades como programar paseos afuera de la unidad o llevar músicos y ha funcionado muy bien. Pero no se puede hacer de un día para el otro; la idea es pasar por un proceso porque es un cambio cultural que ha demostrado grandes avances” expresó el coordinador del servicio.
Y con la intención firme de que ella fuera el final de este encuentro, hablamos con Graciela Tello, jefa de enfermeras y semblante de madre, hermana y amiga que siempre estará para cuidarnos. Graciela lleva en su voz la calma y delicadeza necesaria para contar lo que ama su trabajo.
“Nuestro trabajo es como los médicos dijeron: una vocación noble que te hace ejercer una profesión en muchos años de servicio. La enfermería está dedicada por entero a la atención del paciente y el bienestar” afirma Tello.
Y agrega: “Entonces nos sentimos muy bien, cuando aparece algún ‘pacientito’ que viene a saludarnos y nos dice: ‘¿Sabes quién soy yo?’. Y a lo mejor -porque es muy real- nos cuesta identificarlo porque cambia mucho el paciente desvestido dentro de una terapia. Y ahí ellos te dicen: ‘Gracias a vos estoy acá’ o ‘Siempre me acuerdo cuando me decías que tuviera paciencia’. Esas son las “pequeñeces” que dice Graciela con humildad y que el paciente reconoce.
En tantos años de trabajo Graciela sabe que hay patologías que deben estar en terapia para su tratamiento, pero hay diferencias en los casos que llegan y ella no entiende por qué están ahí. Hablamos de jóvenes alcoholizados que fueron a un boliche y en lugar de pasarla bien llegan por un accidente: “A veces he pensado que la terapia para esos casos que se pueden evitar, no debería existir. Cuando un paciente ha tenido un accidente muy grande y fallece pienso si tuviera la oportunidad de volver y ver todo el dolor que deja”. Graciela sabe, que esa respuesta se logra con más educación afuera del hospital.
“La internación en terapia es un termómetro social -agrega el jefe de servicio- donde hay cosas que deben cambiar desde afuera, es una cuestión más de política de salud que desde atención”.
Historias que ocurren todos los días, algunas cambian vidas, otras la salvan. Historias que nos conmueven, estremecen y que llegan al hospital para entrar por una misma puerta.
Hasta esa puerta llegamos, la que al cerrar deja afuera la espera, las fuerzas, las plegarias y la esperanza. Adentro hay otro mundo, uno que no conocemos (ni quisiéramos hacerlo) pero si sabemos que cada paciente está en manos de uno de los mejores equipos de profesionales del país y que todos los días, las 24 horas, se dedica a tratar, cuidar y salvar a los que entran a la terapia intensiva del Hospital Central.