Cientos de medicamentos han sido utilizados en el mundo con el objetivo de curar el Coronavirus. Mientras las vacunas todavía están en sus distintas fases de desarrollo, cada país prueba cómo abordar terapéuticamente a pacientes graves, moderados y leves. Hasta el momento, sólo un fármaco demostró ser muy eficaz en algunos casos, pero se redujo al patrimonio de los Estados Unidos.
En Argentina, según la doctora Silvia Attorri, infectóloga, miembro del comité asesor del Ministerio de Salud de Mendoza y parte del staff médico del Hospital Santa Isabel de Hungría (Mat. 5233), se ensaya, por una parte, dar anticuerpos elaborados a los pacientes con enfermedad moderada a grave (Plasma), ya que los antivirales que se probaron con anterioridad no demostraron tener eficacia. Por otra parte, la especialista mencionó a la prevención (esto es, el buen uso del tapabocas, la distancia y el cumplimiento de las normas de higiene) como la mejor manera de evitar actualmente los contagios. También, contó que se están utilizando corticoides para disminuir la inflamación a nivel respiratorio (cuando hay insuficiencia respiratoria), lo cual sí ha demostrado eficacia. Y, finalmente, detalló que a pacientes leves de Coronavirus no se los medica, sino que se tratan los síntomas (se baja la fiebre si hay, por ejemplo).
“Hay un gran bagaje de sustancias o moléculas en estudio de los que todavía no se tiene ninguna evidencia. Por ejemplo, la Ivermectina (antiparasitario con propiedades antivirales)”, especificó la profesional. En ese sentido, la ANMAT ha aprobado el estudio clínico farmacológico de 16 medicamentos, entre los que se mencionan: Ivermectina, Sarilumab, Baricitinib, Otilimab, Acalabrutinib, SAR443122 (inhibidor de proteína quinasa de interacción con el receptor (RIPK) 1), TAF/FTC (Emtricitabina/Tenofoviralafenamida), vacunas de ARN del SARS-COV-2, Ruxolitinib, Budesonida, INM005 (suero equino hiperinmune), Sirukumab, Vacuna inactivada contra el SARS.CoV2, Dapaglifosina, DFV890 (inhibidor de la vía del inflamasomaNLRP3) y una vacuna contra la COVID-19 basada en un vector Ad26 sin capacidad de replicación humano que codifica la proteína S del SARS-CoV-2.
En correspondencia con lo anterior, la doctora habló de los consentimientos informados que se debe dar a pacientes y familiares de pacientes internados, ya que sin su firma no se pueden probar los tratamientos en experimentación: “Se da una explicación muy clara al familiar para que acepte o no la utilización de una medida terapéutica que no está absolutamente demostrada, donde se comentan los beneficios y los probables efectos adversos. Como su eficacia no está 100% comprobada aún, se habla de los aparentes beneficios- mayores que el riesgo- y debe mediar un consentimiento para poder proceder”.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de la Nación, todo ensayo clínico que implique la participación de seres humanos debe ser revisado y aprobado por un comité de ética, y cumplir con el marco regulatorio nacional y jurisdiccional. Además, los sujetos que participen en estudios clínicos tienen derecho a conocer en forma clara y precisa las implicancias de su participación y las diferencias con la práctica clínica y/o asistencial.
¿Para cuándo podría esperarse una vacuna?
Finalmente, según Attorri, para personal de salud y población de riesgo- aparentemente y por los reportes mundiales- en el primer semestre de 2021 se podría disponer de la vacuna. “Si esto se pudiera lograr antes va a ser bienvenido. Pero sabemos que esto lleva un tiempo, sobre todo con estas alertas que han aparecido de algunos casos en los que se estudia la relación entre la vacuna y los efectos secundarios. Esto, sin duda retrasa el desarrollo. Cuando alguna de las vacunas demuestre que es segura, cumpla correctamente con todas las fases, demuestre que genera anticuerpos y que esos anticuerpos son durables, tendremos vacuna”, sentenció la infectóloga.