Se acerca el verano y la idea de una reapertura de fronteras, al menos nacionales, resuena por los medios. Desde el Ministerio de Turismo se confirmó que se está trabajando para que haya temporada, informando una serie de protocolos que deberán respetarse en todas las provincias.
Especialistas del sector turístico, autoridades provinciales y municipales como así también representantes de las carteras de Turismo y Deportes, Salud, Obras Públicas, Seguridad, Transporte y la Secretaría de Medios y Comunicación Pública ya comenzaron las reuniones para debatir una reapertura progresiva y responsable del turismo, tomando en consideración todos los puntos que comprende la situación epidemiológica argentina.
Sin embargo, lo ocurrido en Europa en las últimas semanas (al concluir sus vacaciones) ha despertado el miedo y la alerta de muchas personas e instituciones, incluida la Organización Mundial de la Salud, ya que se registran más casos que los ocurridos en marzo. “Las cifras de septiembre deberían servir de alarma para todos nosotros en Europa, donde el número de casos es superior a los registrados en marzo y abril”, comentó hace poco más de una semana el director para la región de la OMS, Hans Kluge.
Nuevos miles de casos positivos diarios en el viejo continente, con una saturación sanitaria (no sólo en infraestructura sino en cuanto a personal médico agotado) lleva a consultar: ¿Se podrá tener en Argentina una apertura turística sin rebrotes? Para responder esta pregunta, Diario Salud dialogó con la infectóloga Silvia Attorri, miembro del comité asesor del Ministerio de Salud de Mendoza y parte del staff médico del Hospital Santa Isabel de Hungría (Mat. 5233), quien manifestó algunos aspectos a tener en cuenta: “Algo que nos cuesta asimilar a todos es que este virus tiene alta transmisibilidad y se transmite entre las personas. Esto significa que, a medida que no podamos respetar el distanciamiento físico fundamentalmente, vamos a tener infecciones. Evidentemente, no se ha infectado toda la población, se han infectado porcentajes de la población. Entonces todavía queda mucha gente susceptible”.
De acuerdo con la doctora, al aumento de contagios se puede sumar la posibilidad de una reinfección, por lo que se está ante un problema recurrente de incremento de casos. No obstante, consideró que una cuarentena “eterna” tampoco parece ser la solución: “Se pueden poner miles de normas, pero si no hay dos partes- la conciencia de la población y el control- no alcanza. La reapertura de las actividades debe realizarse siempre que se sigan las normas de prevención que se conocen y que haya un control de las mismas. Porque sin un control, no sólamente no podría evitarse un rebrote, sino que además va a ser muy dificil que bajemos del pico en el que nos encontramos actualmente”.
En cuanto a la acción preventiva con la que puede contribuir cada persona, la especialista pidió comprender que se está en una situación de pandemia, donde se debe “tener cabeza de pandemia”: “Creo que es muy importante la prevención, la reeducación de las medidas implementadas, motivar a las personas que más fácilmente se pueden contagiar (ya sabemos que en las reuniones sociales y familiares, cuando uno no respeta el distanciamiento, comparte utensilios, no usa tapabocas, son fuentes de contagio), cuidarse y cuidar a los demás. Es una situación que ha puesto a prueba nuestra solidaridad y que se puede controlar con medidas básicas: distanciamiento, lavado de manos, tapabocas. En esto estamos fallando permanentemente. Si alguien se junta a tomar algo, a comer, a compartir en un espacio reducido sin mantener el distanciamiento, el tapabocas cuando para de comer o tomar, se está exponiendo y expone a los demás, ya que la persona con la que se junta puede ser asintomática y no saberlo”.
Y finalizó: “Esto no es algo creado. Está pasando en todas partes del mundo. Entonces, hay que tener sensibilidad cuando se recomienda que una de las maneras de aplanar la famosa curva y descomprimir el sistema de salud es haciendo el llamado ON-OFF. A veces hay que volver a fases más tempranas, sobre todo porque el sistema de salud está muy estresado. No sólo faltan camas, sino que hay un personal que siempre es el mismo y que se va cansando. Un personal agotado no va a tener el mismo rendimiento que el que no”.