La última temporada viene reflejando un balance positivo en el trabajo de los doctores del Aconcagua. Y si bien aún no están las estadísticas, ya lo comentan los médicos: los accidentados en altura han sido atendidos con velocidad y precisión, salvándolos así de consecuencias irreversibles.
Luego de la muerte del guía de montaña Federico Campanini en 2009, se puso en marcha un sistema de trabajo que reforzó la unión del personal de montaña y, desde entonces, se han podido prevenir cientos de accidentes. Ana Saravia, doctora en los campamentos de alta montaña y miembro del staff de Centro Médico Chacras, contó junto al Dr. Rogé cómo es el funcionamiento: “Existe un equipo empalmado, compuesto por personal de patrulla de rescate, guardaparques, médicos, guías y asistentes. Cuando alguno envía una señal de ayuda se activa todo el sistema y quienes están atentos a la radio asisten, mientras quienes están en el lugar hacen lo propio también”.
Particularmente, los médicos entrevistados explicaron que los doctores en Aconcagua desempeñan dos labores: prevención y control de andinistas, por un lado, y atención de urgencias, por otro. “Las medidas previas a tener en cuenta son entrenamiento en altura (cerros, por ejemplo), trabajo físico-muscular, entrenamiento mental, alimentación saludable e hidratación constante. Si se siguen tales consejos, se reduce la segunda labor, que es la atención de urgencias. Sino, los problemas más frecuentes son el mal de altura y los edemas agudos de pulmón, a los que se tratan de controlar desde el momento en que se manifiestan síntomas”, detalló el jefe del servicio.
En cuanto al trabajo concreto en casos de gravedad, Saravia manifestó que se recurre al helicóptero o a las patrullas, dependiendo de la altura, pero que con el trabajo en equipo de los últimos años se ha logrado que pocos sean graves, ya que guías, médicos en las bases o acompañantes logran advertir cuando algo no anda bien y accionar. “Por lo general, no se deja llegar a nadie a puntos a los que no alcanzarían en mal estado. Se les sugiere que no suban y como se sienten mal, hacen caso. Sino, se activa el protocolo y quedan prendidas todas las alarmas”, comentó la doctora.
Ambos doctores contaron la preocupación que han experimentado, al tener que atender de cerca a andinistas en grave estado. Hace unos días el Dr. Rogé participó en el rescate de un adolescente estadounidense de 13 años que realizaba el ascenso con su padre, guía de montaña. El chico a los 5000 metros de altura, en la última parte de la escalada hacia la cumbre, tuvo un edema cerebral por falta de oxígeno y aclimatación que provocó su descompensación. Cuando los médicos llegaron a él, constataron el edema cerebral sin lesión neurológica, lo medicaron y solicitaron el rescate por helicóptero. Todo el proceso fue asistido y coordinado por los equipos que trabajan en Parque Aconcagua. Si bien el rescate fue exitoso, en este caso particular, se debate hasta qué punto los menores que son parte de este tipo de actividades propias de adultos, lo hacen porque realmente lo desean o son impulsados por los deseos de sus padres.
Los médicos comentaron a Diario Salud, que “trabajamos frente a situaciones en las que los desenlaces a veces no son buenos ni tampoco los deseados. En la situación extrema en la que estamos, se trata de tener todo lo más controlado posible, con medidas de prevención y atención implementadas antes, durante y después de la escalada para los andinistas. Pero a veces algunos van más allá de sus límites, los que pasan de ese punto son con quienes ya no podemos hacer nada. Por esto lo que se vivió en el Parque con la expedición del guía Campanini y los italianos que lo acompañaban dejó un antes y un después en el parque. Ahí se empezó a trabajar realmente como equipo. Toda la gente de montaña se vio desinteresadamente trabajando para sacar a los tres italianos que quedaban con vida”.