Una paradoja de estos tiempos en que la tecnología se supera a sí misma día a día, a una velocidad realmente apabullante, es que así como nos brinda mayores e impensadas posibilidades para hacer nuestra vida más práctica, también desarrolla un costado negativo frente al cual hay que estar preparados.
Las hoy tan presentes redes sociales son tan atractivas como invasivas y no es muy difícil concluir que quienes más se ven afectados por su influencia son los niños y los adolescentes.
No es ninguna novedad que impactan fuertemente en su delicado universo, pero con más profundidad lo hacen en su salud mental y es allí donde los adultos debemos poner la mayor atención. El uso de la web y de las redes en particular sin tomar ciertas precauciones expone a los chicos cada vez más a situaciones de ciberbulling, sexting y grooming. Sólo este último, es decir el contacto que realiza un adulto a través de la red con el propósito de cometer un delito contra la integridad sexual, es perseguido por la ley argentina.
Las amenazas contra la integridad sexual y psíquica de niños, niñas y adolescentes en internet aumentan de manera vertiginosa en Argentina. Según datos del Poder Judicial, desde 2015 se incrementaron cerca de 1.600%.
El acoso cibernético, en el denominado cyberbulling, se propaga de la mano de la impunidad que posibilita el uso de las redes.
Cibervíctimas y acosadores cibernéticos presentan problemas emocionales, psicosomáticos, dificultades sociales. Por lo general, suelen no sentirse seguros y cuidados en la escuela o en lugares donde deben compartir espacio con los demás.
El ciberacoso se asocia con síntomas de depresión que van de moderados hasta el abuso de ciertas sustancias, e incluso ideas o intentos de suicidio.
Para los profesionales que tratan estos casos, hay una asociación estadística muy significativa entre la victimización y una historia de abuso emocional producto de estas agresiones vía internet.
Quienes lo han padecido y tienen en claro que son víctimas, alguna vez también han sido -o son- espectadores pasivos de casos similares, con lo cual su cuadro de angustia puede intensificarse aún más.
Está claro que no sirve demonizar a internet ni a las redes sociales. Son herramientas muy necesarias en el mundo actual a las que hay que darles un uso adecuado, desde el aprendizaje y las posibilidades laborales hasta el sano entrenimiento y la genuina diversión.
Que la contracara de la web sea a veces un lugar peligroso, sobre todo para niños y adolescentes (aunque no únicamente, claro está), amerita a estar muy atentos y, sobre todo, hacer mucha docencia en el hogar y en el ámbito educativo para evitar situaciones que atentan hasta contra la propia vida.
Al respecto, los especialistas aconsejan que los adultos tengan un rol central para cuidarlos, aunque sin excluirlos de lo que sin dudas es hoy una de las principales vías de socialización.